domingo, 10 de abril de 2011

Yo sé que puedo

Y a veces me dan ganas de mandar a la mierda, lanzar mierda, despotricar mierda y más y más mierda contra lo que (quien) me complica la existencia, tirar la toalla y abandonar, pero eso sería lo más fácil. No puedo abandonar en mitad de la batalla... O no debería.

Cada segundo que pasa de ésta (batalla) me mata más y más, aumenta mi agonía y mi respiración disminuye. Soy un púgil indefenso ante la guerra, atado de brazos y piernas, que sólo recibe golpes, pero que sigue en pie como fiel soldado de la vida.

Tú me terminas de matar, me haces revivir para que sufra de nuevo la temida agonía, y me vuelves a asestar un golpe que me deja K.O. Es el acabose del fin, pero jamás definitivo.

"No puedo seguir, ésto acabaría con cualquiera"-Dijo (dije)-. Quizás lo mejor será abandonar y decir: "una vez estuve en esa batalla", seguramente sea una misión suicida de la que nada bueno pueda salir, pero jamás podré abandonar la batalla, porque tu me matas, y yo soy adicto a la muerte.